14 de julio de 2011

CARTAS DEL EDITOR: EDUCACIÓN

Estimados amig@s:

Me dirijo a vosotros para contaros mis aventuras y desventuras en este día a día cada vez más complicado.

Tengo 23 años y ya casi ni me acuerdo desde cuando uso silla de ruedas; eso sí, eléctrica, aunque si llevara todos estos años empujando una manual, ¡estaría súpercachas!. Pero es que no tengo fuerza.

Una de las primeras aventuras que recuerdo ocurrió en el instituto.

Fijaos vosotros: con la cantidad de jóvenes que no quieren ver un libro ni en pintura, yo voy y me empeño en querer estudiar. Pero claro, como eso no dependía sólo de mí, pues necesitaba el transporte hasta el instituto y ayudas puntuales para sacar los libros, realizar los exámenes porque no puedo escribir, y en este siglo XXI seguimos muy retrasados en algunas cosas, en el instituto no quisieron ayudarme a continuar mis estudios. Pero como yo lo tenía claro, me matriculé en un instituto a distancia y, mirad por dónde, me saqué mi título de bachiller.

Lo malo es que me quedé un poco decepcionado y desmotivado y ya no he querido continuar estudiando. Desde aquí, mi agradecimiento a los que confiaron en mí y me ayudaron.

Pero esto que me ha ocurrido a mí, estas dificultades para acceder a la educación reglada por estar en silla de ruedas, no es nada comparado con lo que les debe haber ocurrido a montones de personas que caminan perfectamente. Porque, ¿os habéis dado cuenta la cantidad de gente que no sólo no sabe leer, sino que tampoco sabe interpretar un dibujo? Claro, el letrero que dice reservado para minusválidos está escrito en letra muy pequeña, pero que no entiendan el dibujo resaltado en azul, y muchas veces incluso pintado a gran tamaño en el suelo, ¡ya tiene delito...! Pobrecillos: y encima si les pillan, ¡les multan y les quitan puntos! Y todo porque de pequeños no tuvieron acceso a la educación... . Una lástima.

Y lo peor de esta disfunción del sistema educativo, es que está generalizada. ¿Habéis intentado alguna vez llamar la atención a alguno de estos pobres infractores involuntarios? ¡Madre mía, qué modales! Si es que cuando el sistema educativo no llega, no alcanza ni el mínimo.

Yo creo que habría que incluir una asignatura en el plan de estudios básicos, por ejemplo, en la misma asignatura de educación para la ciudadanía, en la que se enseñe un mínimo de civismo, ya que está comprobado que el ser humano carece de este instinto y necesita “aprenderlo” para convivir. No creo que sea tan difícil ser un poco más solidario, pensar un poco más en los demás, aunque no tengan ninguna persona con discapacidad en la familia.

Bueno, amigos: no quiero extenderme demasiado, que ya tendremos más ocasiones de seguir hablando de nuestras aventuras cotidianas.

Un afectuoso saludo, y hasta la próxima.

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